Las ofertas más irresistibles, le cuestan caro al comercio local
Parece una oferta irresistible: ropa por cien pesos, electrodomésticos a mitad de precio y pasillos llenos de todo lo que podrías necesitar.
Sin embargo, detrás de cada precio bajo hay una historia más larga que inicia en Asia, pasa por la CDMX y termina en los locales del centro de Aguascalientes.
Las comercializadoras asiáticas han comenzado a ocupar espacio en los corredores comerciales del estado, desplazando a los negocios tradicionales con productos importados y precios aparentemente imposibles.
Este fenómeno modifica no solo lo que se vende, sino también cómo se compra, quién se beneficia y quién se queda fuera.
Quienes recorren las zonas comerciales de Aguascalientes observan un cambio evidente: locales que antes exhibían “Hecho en México” ahora venden productos sin etiquetas, aceptan pagos solo en efectivo y comercializan mercancía que viaja miles de kilómetros.
Las dinámicas comerciales responden a lógicas globales que distan mucho de la economía comunitaria.
En la zona centro de Aguascalientes se detectaron más de 2,000 negocios con características similares a estas importadoras y “plazas”[3].
De ellos, al menos 150 cumplen con los requerimientos para comenzar un desplazamiento real y acelerado de los comerciantes nacionales, consolidando así una competencia desigual y creciente que altera el comercio local [3].
Aunque el fenómeno suele pasar desapercibido en los datos oficiales, su expansión es visible en las zonas comerciales estratégicas como en el centro de la ciudad [1], donde estas importadoras concentran varios giros en un solo espacio y operan bajo reglas poco claras que las favorecen.
Comerciantes locales reportan [1] que productos como ropa, herramientas o utensilios domésticos se venden en estos espacios hasta en un setenta por ciento menos que en negocios tradicionales, dificultando que estos últimos mantengan sus ventas y sobrevivan ante la competencia basada en volumen y bajos costos.
Además del precio, estas tiendas cambian el acceso a los locales comerciales al ofrecer rentas mucho más altas que el promedio, generando presión sobre los comerciantes tradicionales, quienes terminan cerrando o cediendo sus espacios a estas nuevas fuerzas comerciales
Este desplazamiento silencioso afecta el empleo local, ya que talleres y negocios familiares reducen personal o desaparecen al no poder competir con estructuras globales que venden masivamente y carecen de vínculos con la economía regional.
El fenómeno también transforma el espacio urbano: mientras los mercados tradicionales pierden visitantes, estas importadoras concentran el consumo y desplazan formas de intercambio más cercanas, afectando tanto al comercio como a las relaciones sociales.
La competencia no es equitativa, pues según la Cámara de Comercio (Canaco) se registran más de 85 millones de importaciones menores a 50 dólares que no pagan impuestos[2], ventaja que no tienen los pequeños comerciantes, quienes sí cumplen con todas sus obligaciones fiscales y laborales.
Los bajos precios esconden costos ocultos como la pérdida de empleo, la depreciación del trabajo local y el cierre de pequeñas empresas, mientras los consumidores optan muchas veces por productos de menor calidad que, aunque accesibles, no aportan al desarrollo económico ni social.
En Aguascalientes está en juego más que una competencia comercial: se resignifica la manera de construir nuestra ciudad, porque cada negocio que cierra representa la pérdida de memoria, empleo y cohesión social frente al avance de mercancía importada que transforma el tejido comercial regional.
Referencias
- 
[1] El Heraldo & Agencia Reforma — “‘Invaden’ el país las plazas chinas” — 30/11/2024.
 - 
[2] Metrópoli & El Sol de México — “Fabricantes de ropa del Centro Histórico son desplazados por popularidad de productos chinos” — 02/11/2024.
 - 
[3] INEGI — “DENUE. Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas. Consulta por entidad federativa, actividad económica y zona geográfica” — 2025.
 
